viernes, 18 de marzo de 2011

Futuro tecnológico

Las predicciones en informática y telecomunicaciones no siempre son exactas. Difícilmente alguien hubiera podido imaginar la aparición de Facebook y menos, el efecto que tendría sobre el comportamiento de las personas en Internet.

El futuro en este campo siempre guarda grandes sorpresas. Nadie sabe cuándo aparecerá la próxima aplicación revolucionaria que, además, podría nacer en cualquier parte del mundo.

Sin embargo, hay aspectos que ya, inexorablemente, se ven llegar. La presidenta de mercadeo para las Américas de Alcatel-Lucent, Allison Cerra, le contó a Dinero.com en Medellín lo que percibe como el futuro cercano para las aplicaciones en celulares. La empresa multinacional francesa es una de las más importantes del mundo en el desarrollo de tecnologías para telecomunicaciones – vendió 16.000 millones de euros en 2010 -. Adicionalmente, Cerra es autora del libro The Shift, que compende muchos de esos campos de oportunidad hacia el futuro.

Modelos inestables

En opinión de la experta, hay una tendencia clara: el cambio en el modelo de negocios para las empresas del sector. Hasta hace poco se encontraban por un lado los proveedores de banda ancha y por otro los proveedores de servicios. Con este arreglo se terminaba en un esquema insostenible, en el cual unos empresarios hacían grandes inversiones de capital que luego no podían monetizar.

La solución estaba en unir a todos los actores, algo que está empezando a ocurrir ahora. “Hay que crear puentes en lugar de cercas”, ilustra Cerra. En el mundo de la Web 2.0 se está empezando a ver una cooperación estrecha entre los dueños de las autopistas de información, de los teléfonos y los desarrolladores de aplicaciones. Así los desarrolladores trabajan "detrás" de lo que ella llama “la fortaleza del proveedor de servicios”, para crear aplicaciones que les sean útiles y comprables a los usuarios finales. Los desarrolladores de aplicaciones que conocen a sus clientes finales, se alían con los proveedores para buscar la siguiente ‘aplicación asesina’, como le dicen al producto que resulta un éxito. Si hay más desarrolladores trabajando en el problema de satisfacer al consumidor, aumenta la probabilidad de hacerlo bien. “Hay 14 millones de ellos en el mundo y la cuenta sigue”, señala Cerra.

La transformación del modelo no es asunto del futuro lejano. Un ejemplo real de esa organización para hacer negocios es el de los iPhones de Apple, que hoy ofrece 350.000 aplicaciones desarrolladas por personas de fuera de la compañía.

De la escuela al trabajo

En educación hay toda clase de aplicaciones. “Un estudio financiado por el Departamento de Educación de Estados Unidos encontró que los apps de iPhone pueden aumentar la adquisición de vocabulario de los niños hasta en un 31%, en un lapso de dos semanas”, dice la experta en su libro. Otro estudio reseñado por la autora, de la Universidad del Estado de Nueva York, muestra que los estudiantes que usan juegos que requieren cooperación, son más propensos a contribuir en situaciones como las de ayudar a otras personas aunque no las conozcan.

“El aprendizaje hoy es distinto”, dice Cerra. No son monólogos, son diálogos, procesos interactivos, que requieren menos de la memoria. Opina que se le podría sacar más provecho a hacer un proyecto para crear una página parecida a Facebook para la clase, que a una lección teórica de sistemas.

Y si eso pasa en los colegios, en las oficinas los cambios serán igualmente dramáticos. Los jóvenes saben más que sus jefes sobre el uso de la tecnología, porque nacieron con esas herramientas. A ellos, por ejemplo, les parecerán completamente absurdas las restricciones que colocan las empresas en usar redes sociales en el trabajo. Para acomodarlos, hay que pensar en entornos de trabajo muy diferentes, en los cuales usar ‘La Nube’ se vuelve imperativo, dice Cerra. Piensa que, en poco tiempo, será frecuente encontrar empresas que le den un dinero a sus empleados para que ellos compren sus equipos de cómputo y de comunicaciones. “Con eso adquirirán el que más se les adapte”, sostiene. Si quieren algo más sofisticado, lo pagarán con sus propios ingresos.

Estos equipos tendrían conexión a ‘La Nube’ , donde residirán los programas y toda la información corporativa. Los empleados tendrán una disponibilidad mensual para usar los programas y quizás algún tiempo adicional para sus cosas personales, pero, en todo caso, podrán comprar más si lo quieren.

Con ese esquema los gastos de inversión para las empresas se vuelven mínimos. “Del Capex al Opex”, bautiza esa tendencia, que les permitirá a los empleados más jóvenes ser más productivos y trabajar desde donde quieran.

Lo que se puede hacer

Para Cerra, hay una infinidad de campos de acción en el nuevo mundo de la Web 2.0. Los hay en salud y en negocios de todo tipo.

Unas aplicaciones ingeniosas usarían el GPS de los celulares. Uno de los muchos nuevos usos podría ser el de un dispositivo que lea los niveles de azúcar de un paciente. Si el dato es anormalmente alto, enviaría un mensaje al centro médico más cercano a la persona (que sabe en dónde queda) y si se puede tratar sin apuro, establecería inmediatamente una cita para que un médico de ese centro le hiciera una visita domiciliaria.

También podría mejorar la calidad de la publicidad. Un sistema le enviaría un cupón de descuento a las personas que estén en el vecindario del almacén que los expide. El envío también puede ser de un video en lugar de un mensaje de texto. “El mundo es multimedia”, recuerda la experta.

Hay más aplicaciones sencillas, pero sin duda cómodas, que ella ve popularizándose en breve. ¿Qué tal un pequeño programa para que impida la entrada de llamadas durante las horas de sueño del usuario? Eso lo apreciarían muchísimo los viajeros que cambian de zona horaria y que no se pueden desconectar. En muchas ocasiones, alguien llama sin saber que su interlocutor está en otro país a media noche o en la madrugada.

La ejecutiva describe la posibilidad de aparatos que  conocieran más al usuario, que supieran más de él. Por ejemplo, un programa que con datos de costos de la energía eléctrica le sugieriera cuándo encender su secadora. O uno que la alertara cuando su madre no hubiera tomados sus medicinas, algo que puede deducir cuando el frasco no se ha movido de su lugar en todo el día.

Este es el escenario que Cerrra prevé: un cambio en el modelo de negocios y una llegada abrumadora de nuevas aplicaciones.

Todavía queda por ver si entre los 14 millones de cerebros que trabajan en programación para móviles hay alguno que tenga casi listo la próxima Red Social. En esto, los analistas de tecnología tienen una certeza. La misma que tienen los economistas cuando hablan de las crisis financieras: no sabemos cuándo, pero estamos seguros de que la próxima está en camino.

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